1200 obras, 20 hijos y sin café

La entrada de este mes va a tener muy poco texto. Simplemente me apetecía deciros cuál es mi obra musical favorita de entre todas las canciones del mundo.

Quizá por la imagen de la entrada ya os habéis hecho a la idea, aunque con ese glamour-look a lo mejor os ha costado reconocerlo… Bueno, el cardado del pelo es inconfundible. ¡En fin! Paro de hablar del look de Johann, que aquí he venido a hablar de su música.

¿Por qué me gusta Bach? Pues no voy a entrar en la calidad compositiva-interpretativa, porque para ello hay miles de millones de libros, textos, documentales, artículos, nada nuevo que yo pudiera decir. Pero lo que sí puedo afirmar es que cuando escucho Bach se me encogen todos los órganos de mi cuerpo.

Bach tenía que ser un tipo peculiar. No conecta conmigo con su obsesión religiosa (es verdad que nació en otra época, hace cuatro siglos), y encima dedicó una obra al café en forma de sátira por el vicio del café recién llegado a la Alemania del s.XVIII. Muy mal. Estoy segura que a día de hoy Johann bebería bastante café, como la mayoría de los músicos, peeeeeeeerooooo. Además, Bach tiene dos cumpleaños. Sí, lo que lees. Su cumple es dos días. Fue por el cambio al calendario gregoriano, es de los pocos personajes históricos a los que les ha pasado esto. Además, es impresionante también que en su catálogo haya alrededor de 1200 obras escritas y que además tuviera tiempo de tener 20 hijos (aunque no todos sobrevivieron). ¿Era peculiar o no?

De entre todas sus obras, mi favorita es la Partita para violín solo número 2, y en especial, su parte final: La Chaconna.

Para mi es muy difícil elegir una interpretación, ya sea para el instrumento original (violín) o en transcripción para cualquier otro instrumento. Por eso, para ayudarme en la elección, ayer estuve preguntando a mis grandes compañeros que tuve en el Conservatorio de Madrid, y me propusieron unas versiones impresionantes.

Os las voy a dejar a continuación y os propongo que para darle la bienvenida a la primavera, os sentéis al sol, que es bueno para la vitamina D, os pongáis unos cascos, elijáis una de estas interpretaciones y la escuchéis sin pensar en nada más. 

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